Últimamente hemos estado mucho más familiarizados frente a la importancia de realizar actividades que nos ayuden con nuestros procesos emocionales, para la formación y materialización de nuestra identidad. La tecnología y las redes sociales han contribuido en gran medida para que el aspecto anterior deje de ser un secreto, y comience a manejarse entre muchos más espectadores.
Lo que tal vez no sepa aún, es que existen muchas formas de explorarnos reflexivamente: No será absolutamente necesario en todos los casos sentarnos en posición de loto diciendo «Om» para escuchar nuestra mente, y conocernos mejor. Se ha demostrado científicamente que los procesos reflexivos y filosóficos pueden realizarse gracias al estímulo de diversas actividades… Y sí, una de esas es la cocina. Increíble ¿cierto? ¡Descubre como los condimentos pueden ayudarte con tu proceso de autoconocimiento junto a nosotros y a la filosofía de la religión en los foros de Filomaniac!
La cocina como símbolo
Pese a que a veces podemos tomarnos con ligereza la esencia profunda que posee la comida, en definitiva es más que una forma de satisfacer nuestras necesidades biológicas: Significa un lugar de creación y gestación, no solo emocional, sino también frente a lo que representa ser una persona en ese contexto que nos desenvolvemos.
Aunque tal vez no se hubiese percatado antes, cuando cocinamos estamos en conexión directa con nuestro pensamiento, lo que permite que surjan ideas, identifiquemos sentimientos y podamos crear… Sí, platillos.
Aunado a lo anterior, y pese a que la comida es un suplemento vital… ¿Por qué puede ser tan diversa? Pues, gracias al conocimiento filosófico y cultural de lo que realmente significa, la comida varía según el concepto de lo que es un placer degustativo para esa cultura.
Sin embargo, al final del día sigue siendo arte culinario, sin importar la diversidad, en vista de que la cocina es el primer lugar que permite expresarnos, formar una identidad y definir nuestro estilo.
Cocinar como forma de encuentro personal efectivo
Como reflejo de la conexión íntima que existe entre las emociones y lo que se cocina, ha surgido la hipótesis sobre los beneficios individuales que puede generar cocinar de forma creativa e intuitiva. Considerando que, si bien seguir una receta supone practicidad a la hora de ponernos a cocinar, si dejamos que los alimentos nos muestren el camino, quizá estos pudiesen comunicarnos un poco más sobre aspectos que nos caracterizan.
En definitiva las hortalizas u otros no tienen el poder de hablarnos expresamente, pero, si cocinamos de forma consciente y con atención a nuestras elecciones, podremos entender mejor la raíz de nuestras inclinaciones.
Pese a lo que muchos creen, nuestra tendencia a gustarnos o rechazar un tipo de comida, puede estar asociada con recuerdos de la infancia, creencias o ideales, que nos hayan predispuesto frente a esta elección. Identificar por qué somos más adeptos a una fruta que a otra, no solo nos permite entender con mayor énfasis lo que queremos comer, sino de dónde nace un gusto que puede ser innato y exclusivo de la formación.
La filosofía constantemente nos invita a reconocer la forma en la que nuestras acciones y nuestros deseos pueden ser causa y efecto de algo más grande. Con la finalidad de entendernos mejor frente al mundo y cómo es nuestra relación con las ideas colectivas y preconcebidas, a modo de utilizarlas como escudo o como puente.
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